Ha adoptado una única idea y un único símbolo al individualizar al adversario en un solo enemigo. Con su verbo ha reunido a sus adversarios en una sola categoría, haciendo de ellos una suma individualizada. Sus errores y defectos son culpa del enemigo. Responde el ataque con el ataque y cuando le es imposible ocultar una noticia, inventa otra que distraiga la atención.
Cualquier situación o anécdota, por pequeña que sea, la transforma en una catástrofe, en una amenaza de proporciones descomunales. Toda su retórica es populachera y esta llena de lugares comunes. La concibe y adapta pensando en el individuo menos inteligente de la masa a la que se dirige. Sabe que cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. Tiene muy claro que la capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, conoce que las masas, tienen gran facilidad para olvidar.
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Ha limitado su discurso y accionar político a un número pequeño de ideas y las repite incansablemente, presentándolas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas. Su aparato mediático y comunicacional emite constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que, cuando el adversario responde, el público está ya interesado en otra cosa. Con esto logra impedir que el adversario de respuesta o contrarreste el creciente nivel de acusaciones.
Constantemente construye argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos sondas o de informaciones fragmentarias. Acalla las cuestiones sobre las que no tiene argumentos y disimula las noticias que favorecen el adversario, también contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines.
Su discurso, por regla general, parte siempre de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional, un complejo de odios, racismo, xenofobia o prejuicios tradicionales. Difunde argumentos que se pueden arraigar en actitudes primitivas. Convence a mucha gente de que él piensa “como todo el mundo”, creando una falsa impresión de unanimidad
¿De quién cree usted que estoy hablando? ¿Se le parece a alguien?... póngale el nombre del gobernante que desee… El merito de estas “reglas básicas” de la propaganda lo tiene el padre de la propaganda nazi, Joseph Goebbels, quien fue responsable del Ministerio de Educación Popular y Propaganda de la Alemania de Adolf Hitler. Yo solo le he dado estructura descriptiva a las “los principios de la propaganda” creados y puestos en práctica por este sociólogo nazi.
Cualquier situación o anécdota, por pequeña que sea, la transforma en una catástrofe, en una amenaza de proporciones descomunales. Toda su retórica es populachera y esta llena de lugares comunes. La concibe y adapta pensando en el individuo menos inteligente de la masa a la que se dirige. Sabe que cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. Tiene muy claro que la capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, conoce que las masas, tienen gran facilidad para olvidar.
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Ha limitado su discurso y accionar político a un número pequeño de ideas y las repite incansablemente, presentándolas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas. Su aparato mediático y comunicacional emite constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que, cuando el adversario responde, el público está ya interesado en otra cosa. Con esto logra impedir que el adversario de respuesta o contrarreste el creciente nivel de acusaciones.
Constantemente construye argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos sondas o de informaciones fragmentarias. Acalla las cuestiones sobre las que no tiene argumentos y disimula las noticias que favorecen el adversario, también contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines.
Su discurso, por regla general, parte siempre de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional, un complejo de odios, racismo, xenofobia o prejuicios tradicionales. Difunde argumentos que se pueden arraigar en actitudes primitivas. Convence a mucha gente de que él piensa “como todo el mundo”, creando una falsa impresión de unanimidad
¿De quién cree usted que estoy hablando? ¿Se le parece a alguien?... póngale el nombre del gobernante que desee… El merito de estas “reglas básicas” de la propaganda lo tiene el padre de la propaganda nazi, Joseph Goebbels, quien fue responsable del Ministerio de Educación Popular y Propaganda de la Alemania de Adolf Hitler. Yo solo le he dado estructura descriptiva a las “los principios de la propaganda” creados y puestos en práctica por este sociólogo nazi.
Hola Ray, es bien interesante la manera en que lo escribes sobre todo por que cada lector y dependiendo de su nacionalidad inclinara la balanza hacia el lado lógico del momento. Aunque te falto incluir en este caso al ya súbito de Correo del Ecuador para así tener cubierto todo... Muy buena iniciativa, me cuentas como termina la encuesta.
ResponderEliminarUn abrazo, Ali