Si hay un tema sobre el que puedo hablar con sobrado conocimiento de causa y propiedad es sobre la fotografía y los profesionales de la fotografía. Por esto digo y mantengo que esta rama del arte visual esta atravesando actualmente una crisis creativa, de identidad, de valor (económico, moral y ético) y de respeto al oficio (por el público y por nosotros mismos). Espero que solo sea una etapa de transición que nos haga crecer.
Existen tres puntos importantes: la masificación y accesibilidad a los equipos fotográficos, la posibilidad de una palestra gigante para mostrar los trabajos (léase Internet) y la genialidad informática que ha logrado crear pequeños programas donde condensa la técnica de más de 100 años. Todo esto ha permitido que cualquier persona pueda hacer fotografías sin más requerimiento que el dinero para acceder a uno de estos novedosos equipos.
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Esto representa grandes ventajas (de las que hablare en otra ocasión) para el “gremio”, pero trae consigo también mucho lastre. Cualquier persona con un aparatito de estos se hace llamar fotógrafo y si usa el producto de su actividad, ya impresa, para complementar algún trabajo manual creativo, se hace llamar “artista plástico”. Y si se sabe promocionar seguramente terminará dejando morir un perro en una galería de arte en procura de la atención del mundo con su “arte”. Gracias a Dios que yo con mi arte tengo.
Esta accesibilidad a permitido que el público y los potenciales clientes vean como muy sencillo algo tan complejo y que requiere mucha preparación técnica y mucho oficio. Esta actitud no se ve con otras profesiones, como por ejemplo la medicina. ¿Coño y vas a comparar la medicina con la fotografía?... ¿Y por qué no? La única diferencia es que los errores de los médicos están enterrados. De resto es igual una profesión que se debe estudiar, aprender y dominar bien antes de empezar a experimentar con nuevas técnicas o corrientes creativas (caso la fotografía).
Picasso no debía saber pintar por que no hacía más que garabatos. Pues no es así, aprendió y dominó su oficio muy bien antes de crear su propio estilo. Pero Cartier-Bresson fue autodidacta y es un genio de la fotografía. Si y no podemos decir lo mismo de ningún medico en la actualidad.
Creo que el valor (económico, creativo y técnico) que el público medio le da al arte es proporcional a la dificultad que encuentren en ellos mismos para realizar esa tarea. Por tanto unos niños jugando entre los escombros la única complejidad que tendría para el espectador es ir hasta ese sitio, olvidándose o sin percibir si quiera que la más mínima flexión de rodillas o ángulo de cámara mostraría dos realidades completamente distintas. Para muestra un botón.
Existen tres puntos importantes: la masificación y accesibilidad a los equipos fotográficos, la posibilidad de una palestra gigante para mostrar los trabajos (léase Internet) y la genialidad informática que ha logrado crear pequeños programas donde condensa la técnica de más de 100 años. Todo esto ha permitido que cualquier persona pueda hacer fotografías sin más requerimiento que el dinero para acceder a uno de estos novedosos equipos.
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Esto representa grandes ventajas (de las que hablare en otra ocasión) para el “gremio”, pero trae consigo también mucho lastre. Cualquier persona con un aparatito de estos se hace llamar fotógrafo y si usa el producto de su actividad, ya impresa, para complementar algún trabajo manual creativo, se hace llamar “artista plástico”. Y si se sabe promocionar seguramente terminará dejando morir un perro en una galería de arte en procura de la atención del mundo con su “arte”. Gracias a Dios que yo con mi arte tengo.
Esta accesibilidad a permitido que el público y los potenciales clientes vean como muy sencillo algo tan complejo y que requiere mucha preparación técnica y mucho oficio. Esta actitud no se ve con otras profesiones, como por ejemplo la medicina. ¿Coño y vas a comparar la medicina con la fotografía?... ¿Y por qué no? La única diferencia es que los errores de los médicos están enterrados. De resto es igual una profesión que se debe estudiar, aprender y dominar bien antes de empezar a experimentar con nuevas técnicas o corrientes creativas (caso la fotografía).
Picasso no debía saber pintar por que no hacía más que garabatos. Pues no es así, aprendió y dominó su oficio muy bien antes de crear su propio estilo. Pero Cartier-Bresson fue autodidacta y es un genio de la fotografía. Si y no podemos decir lo mismo de ningún medico en la actualidad.
Creo que el valor (económico, creativo y técnico) que el público medio le da al arte es proporcional a la dificultad que encuentren en ellos mismos para realizar esa tarea. Por tanto unos niños jugando entre los escombros la única complejidad que tendría para el espectador es ir hasta ese sitio, olvidándose o sin percibir si quiera que la más mínima flexión de rodillas o ángulo de cámara mostraría dos realidades completamente distintas. Para muestra un botón.
Pero buena parte de esta situación es culpa nuestra. Hemos perdido la ingenuidad, la capacidad de sorprendernos… hemos cambiado el clic desde la emoción y el sentimiento por el instante intelectualizado y digerido por la razón… estamos permitiendo que nuestro dedo lo domine el proceso intelectual con lo que terminamos haciendo a un lado ese nudo en la garganta que nos ataca, imperceptiblemente, milésimas antes de escuchar el clic. Debemos hallar nuevamente ese punto de encuentro. Alcanzar la fotografía donde se conjugan las emociones, la técnica y la experiencia en el lugar adecuado y en el momento preciso. Desde allí los clic que hagamos retumbaran por todo el mundo y perdurarán en nuestros corazones.
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