No importa el idioma, no importa el color, no importa si tiene mucho o si tiene poco, no importa el sector al que pertenezca, no importa la cantidad de empleados. Cuentan con excelente talento para escabullirse de la justicia, caminando la ilegalidad sin ser percibidos, camuflando su actuar para no ser visto, imitando acciones justas para no ser detectados. Las excepciones confirman la regla vale decir.
Creo, además, que es una condición con la que se nace y que la educación de hogar puede exacerbar o minimizar. Si nos fijamos en los “grandes empresarios” y su historia, casi todos tienen un cuento que hacer de su infancia donde ya sus “dotes” estaban despuntando. Aprende de pequeño que la necesidad y miseria de muchos es una oportunidad de enriquecerse.
Su sentido del bien y el mal pareciera no existir, claro solo si se trata de su plantilla de trabajadores. En su lugar tienen instalado en su disco duro una balanza desajustada hacia sus posibilidades, donde sopesan todo sobreponiendo sus intereses al de todos los demás. Lo otro no existe, es una variable no programada y que nos lleva a la página ERROR404 en el mejor de los casos, pero que por lo general nos da como respuesta el ERROR400 que se refiere a Error del Cliente, que en este caso es todo aquel que no sea él.
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Son una minoría que se hace con el poder económico, y por medio de este del poder político, llevándose por el medio a quien sea y sin remordimiento… ésta es otra variable no contemplada. El programador se esmeró en evitar términos en sus variables que pudieran significar compasión, sentimiento, agradecimiento, solidaridad, respecto, compromiso por que éstas deben ser ejecutadas desde la base de datos bancaria y trae como consecuencia desembolsos no deseados.
Pero lo peor es la indolencia, la indolencia a la que se puede llegar solo para evitar hacer un gasto que influya en sus beneficios y que seguramente derrocharan en cualquier chorrada… pero lo gastarán ellos en sus lujos y no una familia en alimentos, vivienda, servicios, educación por que tan solo para eso alcanza actualmente lo que ésta minoría deja escurrir de sus manos hacia sus trabajadores.
Las marionetas que hacen de líderes políticos nos dan a cambio unas leyes que siempre tienen un resquicio por donde pueden escapar los empresarios. Con eso nos tapan la boca y nos dejan a merced de una jauría de inescrupulosos que se dan banquete como si de un mercado de esclavos de la antigua Roma se tratara. Nos detallan en lo más mínimo para ver cuanto provecho pueden sacar a su inversión y saber en cuanto tiempo nos pueden desechar sin que esto signifique pérdida.
Muchas veces nuestra propia necesidad y la de los que depende de nosotros nos hacen sus cómplices. Somos precisados a aceptar las “dadivas” que nos dejan para poder sobrevivir. Nos vemos obligados, en algunos casos, a actuar como ellos al permitir mendrugos para que ellos puedan salir de trabajadores que le están significando una carga pesada en el bolsillo.
¿No sería posible reprogramarlos borrando la avaricia? Incluirles variables para que dejen de mirar tanto su bolsillo y puedan ver a sus trabajadores como seres humanos o aunque sea solo verlos que sería un gran adelanto. De alguna manera debería ser posible que dejen de vernos como un virus. Somos parte indispensable del programa y nuestra labor es fundamental y genera el movimiento. Por el contrario casi podríamos decir que el virus es el empresariado.
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