Ayer amaneció distinto a todos los sábados. La calma, el silencio y la pasividad sabatina dio paso a gritos, corre corres, pasos apresurados, pisadas fuertes que retumbaban por toda la casa. Mi mujer gritaba desde abajo llamando mi atención. Pero el alba no había llegado aun a mi mente. Mi cuerpo sentía todavía la noche, producto del ciber-trasnocho de costumbre.
Pero cómo una gente se puede levantar y armar toda una revolución y quedar impune… Bueno de esos la historia política del mundo está llena… ¿Pero en mi casa?... Acudí lo más aprisa que mis somnolientos músculos me lo permitieron al encuentro de la razón. Ya mis hijas vociferaban, mi mujer que no sabía ni que hacer yAquí escribimos el principio de la entrada...
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... lo peor “la perra” estaba dentro de la casa… y con dos crías… a mi no me gustan los perros, coño!!.
La historia es como muchas que he escuchado y de las que no aprendí. Mis hijas me convencieron. Es una perrita fox terrier que en su primer celo y producto de un descuido de segundos, en una ida al supermercado, quedó preñada. Pero lo sorprendente es que no lo supimos hasta hoy en la mañana.
Pero si es una niña, hasta hace dos días estaba brincando y saltando. No tiene idea de nada. Es irresponsable, no quiere aprender que no debe entrar en casa, que se hace caca cuando se sale, que no debe romper las matas ni sacar la tierra. ¿Cómo va hacer con esos dos cachorritos? ¿Y si los mata mientras duerme? ¿Cómo va a saber que tiene que cuidarlos?
Que sabia es la naturaleza. Nada de eso debe ser enseñado. No se ha movido de al lado de sus crías, los lame para limpiarlos, los acomoda para que mamen, los cobija con su cuerpo sin asfixiarlos, los mueve, los mira, los acaricia. Ni siquiera ha ladrado. Todo sin tener a la suegra o la mama diciéndole lo que debe y lo que no debe hacer. Sin la vecina gorda criticando y dándole recetas para el posparto. Nada de caldos de gallina, ni agua de cebada. Nada de cuarentena. Eso es saliendo el payaso y soltando la risa!.
Que impresión todo lo que hemos desaprendido. Ahora para nosotros todo debe estar analizado, todo debe formar parte de una estadística, de profundas investigaciones y análisis de laboratorio. Todo deber ser chequeado paso a paso sin dejar nada al azar y mucho menos a la naturaleza. Esta modernidad nos hace enfrentamos con temor a situaciones que son intrínsecas del ser humano. Nos acobarda la naturaleza, queremos controlarlo todo. Peor aun los que creemos tener todas las respuestas y soluciones a todo, los que no nos medimos a la hora de aconsejar.
La perra de mi mujer y su alumbramiento vino a recordarme lo pequeño que somos. Como hemos perdido el instinto. Como este exagerado gregarismo nos ha impregnado de miedos e inseguridades. Este nacimiento ha venido a restregarme en la cara que no podemos dejar de lado nuestra naturaleza, que nuestros temores no pueden vencernos y que la naturaleza siempre, siempre estará de nuestro lado sea cual sea el resultado.
Pero cómo una gente se puede levantar y armar toda una revolución y quedar impune… Bueno de esos la historia política del mundo está llena… ¿Pero en mi casa?... Acudí lo más aprisa que mis somnolientos músculos me lo permitieron al encuentro de la razón. Ya mis hijas vociferaban, mi mujer que no sabía ni que hacer yAquí escribimos el principio de la entrada...
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... lo peor “la perra” estaba dentro de la casa… y con dos crías… a mi no me gustan los perros, coño!!.
La historia es como muchas que he escuchado y de las que no aprendí. Mis hijas me convencieron. Es una perrita fox terrier que en su primer celo y producto de un descuido de segundos, en una ida al supermercado, quedó preñada. Pero lo sorprendente es que no lo supimos hasta hoy en la mañana.
Pero si es una niña, hasta hace dos días estaba brincando y saltando. No tiene idea de nada. Es irresponsable, no quiere aprender que no debe entrar en casa, que se hace caca cuando se sale, que no debe romper las matas ni sacar la tierra. ¿Cómo va hacer con esos dos cachorritos? ¿Y si los mata mientras duerme? ¿Cómo va a saber que tiene que cuidarlos?
Que sabia es la naturaleza. Nada de eso debe ser enseñado. No se ha movido de al lado de sus crías, los lame para limpiarlos, los acomoda para que mamen, los cobija con su cuerpo sin asfixiarlos, los mueve, los mira, los acaricia. Ni siquiera ha ladrado. Todo sin tener a la suegra o la mama diciéndole lo que debe y lo que no debe hacer. Sin la vecina gorda criticando y dándole recetas para el posparto. Nada de caldos de gallina, ni agua de cebada. Nada de cuarentena. Eso es saliendo el payaso y soltando la risa!.
Que impresión todo lo que hemos desaprendido. Ahora para nosotros todo debe estar analizado, todo debe formar parte de una estadística, de profundas investigaciones y análisis de laboratorio. Todo deber ser chequeado paso a paso sin dejar nada al azar y mucho menos a la naturaleza. Esta modernidad nos hace enfrentamos con temor a situaciones que son intrínsecas del ser humano. Nos acobarda la naturaleza, queremos controlarlo todo. Peor aun los que creemos tener todas las respuestas y soluciones a todo, los que no nos medimos a la hora de aconsejar.
La perra de mi mujer y su alumbramiento vino a recordarme lo pequeño que somos. Como hemos perdido el instinto. Como este exagerado gregarismo nos ha impregnado de miedos e inseguridades. Este nacimiento ha venido a restregarme en la cara que no podemos dejar de lado nuestra naturaleza, que nuestros temores no pueden vencernos y que la naturaleza siempre, siempre estará de nuestro lado sea cual sea el resultado.
No me gustan los perros y ahora tengo tres!... la naturaleza es subyugante, cautivante, mágica y un alumbramiento es siempre una bendición... ¿alguien quiere un perrito?
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